Desde las veredas dispersas, sembramos pensamiento crítico

Desde las veredas dispersas, sembramos pensamiento crítico

Publicado: 16 de julio de 2025
Marqueza Fuentes Lastre
Marqueza Fuentes Lastre

Docente rural en el municipio de Magangué, Bolívar en una zona de difícil acceso, donde los caminos no siempre están pavimentados, pero el compromiso con la educación sí.

Soy Marqueza Fuentes Lastre, docente rural en el municipio de Magangué, Bolívar en una zona de difícil acceso, donde los caminos no siempre están pavimentados, pero el compromiso con la educación sí. Trabajo en una institución educativa compuesta por seis sedes, distribuidas entre corregimientos y veredas. Allí la población es pequeña, los grados están mezclados, y los desafíos... son enormes. Pero también lo son las oportunidades.

En estos espacios aún trabajamos en modelo multigrado. Para quienes no lo conocen, eso significa que un solo docente enseña a varios grados a la vez, en una misma aula. Puede parecer una desventaja, pero yo lo veo de otra manera. Aquí, los niños y niñas se convierten en maestros de sus propios compañeros: aprenden entre pares, se enseñan mutuamente, y lo hacen con alegría, con confianza, con ganas. ¿Y no es acaso ese uno de los aprendizajes más valiosos?

Hoy estoy en un taller de formación con Biobots, y me siento feliz. De verdad, es un gusto enorme. Este proyecto nos permite abrir la puerta a algo que rara vez llega a las zonas rurales: el pensamiento computacional. Hasta ahora, muchos de nosotros pensábamos que hablar de programación o de lógica computacional implicaba necesariamente tener computadores, Internet, dispositivos... Pero aquí descubrimos algo revolucionario: no se necesita estar conectado para conectarse con el pensamiento.

Biobots nos muestra que el pensamiento computacional es, ante todo, una forma de ver y resolver el mundo. Nos ayuda a abordar problemas reales, cotidianos, a fortalecer la capacidad crítica de nuestros estudiantes desde edades tempranas. No hay que esperar a que estén en grados superiores para enseñarles a pensar. El pensamiento crítico, siembra una semilla que se cultiva desde la infancia, es el que florece con más fuerza.

En cada rincón de Magangué, donde hay una vereda, hay un niño o niña que merecen aprender sin limitaciones. Y proyectos como este nos dan las herramientas para hacerlo posible. No importa cuán lejos estemos. Desde aquí, desde donde casi no llega la señal, seguimos sembrando futuro.

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