Cuando enseñar tecnología es también cuidar el río: el aula transformadora de Edna en Ibagué

Cuando enseñar tecnología es también cuidar el río: el aula transformadora de Edna en Ibagué

Publicado: 13 de agosto de 2025
Edna Barrios
Edna Barrios

En un rincón de Ibagué, donde el río Chipalo serpentea entre barrios y desafíos ambientales, una docente se propuso hacer algo más que enseñar tecnología.

En un rincón de Ibagué, donde el río Chipalo serpentea entre barrios y desafíos ambientales, una docente se propuso hacer algo más que enseñar tecnología. Edna Barrios, licenciada en Tecnología y Pedagogía, decidió que sus estudiantes no solo debían aprender algoritmos, sino también entender su territorio, leer la realidad con lógica computacional y actuar desde la conciencia ciudadana.

Esta maestra del Tolima es una de las voces más sólidas del cuerpo de Pares Expertos de Colombia Programa. Su historia es testimonio de cómo la educación pública, con compromiso docente, apoyo institucional y una estrategia como Colombia Programa, puede convertirse en una herramienta poderosa de cambio social. Porque cuando el pensamiento computacional se conecta con el corazón del territorio, como en el río Chipalo, el aprendizaje fluye con fuerza transformadora.

Desde su llegada a la I.E Colegio de San Simón de Ibagué, Edna ha visto cómo se transforma el aula cuando se enseña desde el propósito. Su formación no proviene de la ingeniería, sino de una vocación forjada con años de experiencia, primero en primaria y ahora como líder del área de Tecnología. Y fue con Colombia Programa, una estrategia nacional que impulsa el pensamiento computacional en las escuelas oficiales, que encontró la plataforma para materializar ese anhelo de enseñanza transformadora.

Al principio, admite, fue un reto. Las guías, los conceptos, los lenguajes de programación: todo parecía ajeno. Pero junto con un equipo de docentes -entre ellos su aliada Fabiola, del área de Ciencias Naturales- empezaron a construir lo que hoy es un verdadero semillero de innovación educativa. Se lanzaron a integrar ciencia y tecnología en el aula, a partir de una problemática real: la contaminación del río Chipalo.

Fue entonces cuando el pensamiento computacional tomó forma de proyecto interdisciplinar. Los estudiantes aprendieron sobre sensores de humedad y pH, desarrollaron algoritmos, crearon estaciones de monitoreo, programaron en MakeCode y, sobre todo, comprendieron cómo aplicar su conocimiento en un contexto tangible. La experiencia culminó en una cartilla pedagógica de 40 páginas, llena de actividades desconectadas y conectadas, laberintos lógicos, retos narrativos y procesos de programación, todo diseñado por ellos mismos.

El impacto fue inmediato. La comunidad educativa, que inicialmente miraba con distancia, comenzó a interesarse. Docentes de otras áreas se sumaron. La feria de ciencia los visibilizó. Las familias pidieron incluir a sus hijos desde grados menores. Y el colegio, reconociendo el potencial de la iniciativa, reformó su currículo para crear una línea de Nuevas Tecnologías que integra pensamiento computacional desde sexto hasta once.

Gracias al respaldo de Colombia Programa, llegaron las micro:bit, los computadores, se fortaleció el vínculo con el SENA, y se abrió la posibilidad de un técnico en desarrollo de software para los estudiantes. Incluso la Fundación San Simón, integrada por antiguos egresados, se unió al esfuerzo con la dotación de dos salas de robótica y laboratorios.

Para Edna, sin embargo, el logro no es solo técnico. Es emocional, humano. "Si hay que pasar y transformar la vida de los estudiantes, ese es el medio", dice. No se trata de cumplir con una nota, sino de sembrar habilidades para la vida. Por eso insiste: el pensamiento computacional no es solo para matemáticos o ingenieros. Es una forma de entender el mundo, de intervenirlo, de enseñarlo.

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