“Que la planta se gradúe con ustedes”: el aula viviente del profe Juan David y el poder transformador del pensamiento computacional

“Que la planta se gradúe con ustedes”: el aula viviente del profe Juan David y el poder transformador del pensamiento computacional

Publicado: 13 de agosto de 2025
Juan David Suarez
Juan David Suarez

Todo comenzó con una planta. Una pequeña aromática entregada a sus estudiantes con una consigna poco convencional. Conoce esta historia.

Por años, Juan David Suárez fue químico. Hoy es mucho más. Es mentor, sembrador de inquietudes, promotor de ciencia viva y uno de los docentes que ha logrado encarnar el pensamiento computacional como una experiencia transformadora para estudiantes y maestros en la Institución Educativa José Eustasio Rivera de Neiva.

Todo comenzó con una planta. Una pequeña aromática entregada a sus estudiantes con una consigna poco convencional: "Su reto es que esta planta se gradúe con ustedes". La idea no era solo sembrar, sino diseñar un sistema automatizado de riego usando sensores de humedad y programación con micro:bits. Así nació un aula viviente: una huerta escolar tecnificada donde lo digital se mezcla con la tierra, la biología y la lógica algorítmica.

Pero este proyecto no es una historia aislada de ciencia escolar. Es el reflejo de cómo el pensamiento computacional -esa habilidad de resolver problemas de manera lógica, secuencial y estructurada- está reconfigurando la forma de enseñar y aprender."Yo no soy experto en programación, pero me lancé con mis estudiantes. Lo poco que sé lo hemos aprendido juntos. Lo importante es no quedarse en él 'no sé'", dice Juan David, con la serenidad del que enseña mientras aprende.

La propuesta pedagógica del profe no se limita a contenidos: integra procesos reales, retos sociales y tecnología accesible. Tras unirse al programa Nodos de Pensamiento Computacional de Colombia Programa en 2024, diseñó junto a sus estudiantes estaciones de riego automático, sistemas de medición de humedad y sensores conectados. También idearon una campaña de reciclaje de botellas PET, no para hacer macetas -como suele pasar-, sino para convertirlas en hilo y explorar la impresión 3D. Pensar con propósito, codificar con impacto.

"El pensamiento computacional ha sido una puerta para que los chicos entiendan que la tecnología no está lejos, sino que pueden crearla. La programación no se trata solo de pantallas: es una herramienta para transformar lo que les rodea", afirma. Y los resultados hablan por sí solos. Desde sistemas de cuentapasos instalados en tenis escolares hasta campañas estudiantiles de prevención del dengue, sus estudiantes ya no temen hablar en público ni construir soluciones con código y creatividad.

Uno de los logros más importantes de este trabajo ha sido visibilizar las voces que suelen quedarse en silencio. Juan David ha visto cómo las niñas, tradicionalmente alejadas de la tecnología, se han convertido en líderes de equipo, programadoras activas y mediadoras naturales."Ellas son las que organizan, las que sacan adelante los proyectos. Son las que dicen: esto se hace porque yo lo digo, y se hace bien", comenta con orgullo.

Su aula no tiene todas las condiciones ideales. Computadores lentos, tabletas con aplicaciones que no funcionan y una política escolar que prohíbe el uso de celulares, aunque a veces son la única vía para programar. Aun así, el compromiso ha sido más fuerte que las barreras. "Si hay que usar el celular, se usa solo para programar. Eso también es formar criterio sobre el uso de la tecnología", explica.

Su testimonio fue compartido en la pasada edición de la Feria del Libro de Bogotá (FilBo), donde presentó un taller con cuentapasos digitales y habló ante públicos de todo el país. También ha sido invitado a experiencias significativas por el Ministerio TIC. Pero más allá del reconocimiento, lo que le importa es dejar sembrado algo duradero: la capacidad de pensar diferente.

En su voz, el pensamiento computacional deja de ser una tendencia educativa y se convierte en una filosofía de aula: no se trata solo de aprender a codificar, sino de aprender a pensar, a resolver, a no rendirse."Está bien no saber, lo que está mal es quedarse en el no saber", dice. Y con eso, Juan David ha plantado algo mucho más poderoso que una huerta automatizada: Colombia Programa es una semilla de transformación.

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