Vahiolet Riaño Tobar: la joven que diseña alarmas solares para salvar bosques

Vahiolet Riaño Tobar: la joven que diseña alarmas solares para salvar bosques

Publicado: 13 de agosto de 2025
Vahiolet Riaño Tobar
Vahiolet Riaño Tobar

El año pasado, una amiga me habló de la convocatoria virtual "She is" para ser astronauta. Con nervios, me animé a inscribirme, y gracias al apoyo de mi familia, incluyendo mi abuela, quedé aceptada.

Me llamo Vahiolet Riaño Tovar, soy estudiante de noveno grado del Liceo Santa Librada en Neiva. Desde que tengo memoria, mis papás, Yesica Tatiana Tovar y Eduardo Riaño, me impulsaron a amar el estudio. Al principio me parecía intenso, sobre todo con mi papá, pero todo cambió cuando descubrí mi pasión por las matemáticas, la astronomía y, sobre todo, la física. Me volví una asidua de la biblioteca: leía todo lo que encontraba sobre temas científicos y, por redes sociales, iba descubriendo proyectos de electrónica y robótica que me parecían maravillosos.

El año pasado, una amiga me habló de la convocatoria virtual "She is" para ser astronauta. Con nervios, me animé a inscribirme, y gracias al apoyo de mi familia, incluyendo mi abuela, quedé aceptada. A mediados de septiembre nos pidieron diseñar un proyecto que resolviera una problemática local, y quien resultara ganadora a nivel nacional iría a la NASA. Pensé en los incendios forestales que estaban devastando nuestra región, y decidí crear una alarma innovadora para zonas rurales: un dispositivo capaz de detectar fuego y comunicarlo automáticamente a los bomberos, alimentado con paneles solares, para funcionar de manera autosostenible.

Con la guía de mi abuela, presidenta del barrio, fuimos a la alcaldía en busca de apoyo. Allí me mencionaron al profesor Manuel Ossa, mi maestro de electrónica en el Liceo de Santa Librada. Antes, otro profesor me desanimó diciendo que era muy costoso e imposible, pero el profe Manuel, Par Experto de Colombia Programa en los Nodos de Pensamiento Computacional, me alentó: "Todo es posible con electrónica", aseguró. Con él aprendí a investigar sobre las redes de comunicación aptas para el campo, y así descubrimos Lora, una tecnología de baja potencia aún poco usada en Colombia, y juntos fuimos superando error tras error. Aunque al final no fui elegida para ir a la NASA, el trabajo, las horas de ensayo, las lágrimas y la frustración me enseñaron que el verdadero premio fue el aprendizaje y la experiencia vivida.

Hoy formo parte del club de robótica de mi colegio, que es Nodo de Pensamiento Computacional de Colombia Programa. Ahí estoy afinando mi alarma forestal, y soñando con futuros proyectos que integren tecnología para apoyar a personas con discapacidad. Aún temo los sesgos y las barreras: a mis 13 años, muchos decían que era demasiado pequeña o que las niñas no entienden de tecnología pero gracias al apoyo de mi familia y del profe Manuel, aprendí que la clave es creer en uno mismo y seguir adelante a pesar de los comentarios negativos.

Mi consejo para todas las niñas es soñar en grande y ver la programación y la electrónica como un juego: cada línea de código es un nuevo nivel que desbloquea posibilidades. Comiencen organizándose, busquen ayuda donde haya, investiguen con los recursos disponibles y compartan sus ideas. No importa donde viven, ni los medios: la motivación, el esfuerzo y el acompañamiento familiar pueden derribar cualquier barrera.

Además de la ciencia, soy multihobby: me encanta dibujar, pintar, tejer y jugar voleibol; esas actividades me ayudan a liberar el estrés y mantener el equilibrio. Creo firmemente que estudiar y disfrutar de la vida no son opuestos, sino aliados.

Soy una persona muy positiva y dispuesta a ayudar: si veo a alguien desanimado, le transmito mi misma energía y le digo "tú puedes". Mi fuerza viene de entender quelos errores son oportunidades de aprendizaje, y que el éxito no es llegar a la primera, sino persistir y levantarse siempre. Por eso, aunque mi primer sueño de la NASA aún está pendiente, sé que cada paso en este camino científico me acerca más a él.

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